13 de noviembre de 2007

El orden en los paraderos: responsabilidad de los "validadores humanos"



Nos acercamos al horario punta, y para variar la gente comienza su rutina diaria; paulatinamente logra atiborrar el paradero de Baquedano. Pero, lo más increíble del caso es el hecho que de todos los "validadores humanos" que ejercen su labor en este paradero, su totalidad se encuentra parada al lado de los validadores, como si el hecho de que la gente "haga" bip sea lo único importante en el ordenamiento del paradero. Incluso, les queda tiempo para conversar, observar el entorno y también leer el diario.





Mientras tanto el paradero empieza su transformación; de un lugar totalemente tranquilo pasa, en cosa de escazos minutos, a una selva de usuarios, personas que se aglomeran alrededor de la micro que deben tomar para regresar pronto a sus casas.



Una imagen ya cotidiana para la gente que recurre a Baquedano: llega la micro y todos luchan por subirse lo antes posible. Por otro lado, los encargados de ordenar y simplificar el funcionamiento del paradero, aquellos que son contratados exclusivamente para eso, los llamados "validadores humanos", ¿qué hacen?



Sin embargo, Baquedano no es el único paradero de Transantiago. Existen muchísimos más. Es el caso de aquel que se encuentra a unas pocas cuadras más hacia la costa que el de Baquedano, puntualmente en la esquina de Santa Rosa con Alameda. Allí tiene su parada establecida el recorrido 204, y lo más destacable es el casi perfecto funcionamiento que posee en relación a los requirimientos de la población.



Sí, efectivamente los usuarios de la 204 encuentran en este paradero una total comodidad a la hora de tomar el bus.
Acá en Santa rosa, también es horario punta, pero no se genera ni la sombra del atochamiento humano que se forma en Baquedano. Lo mejor del caso: las personas hacen fila y ordenadamente acceden a la micro. Incluso se dan el lujo de poder elejir entre irse sentados o no.
En este lugar, los "validadores humanos" al parecer no leen el periódico ni conversan descaradamente, sino más bien se dedican a cumplir de buena manera su labor.



Es así como la gente toma tranquilamete la micro. No existe siquiera la posibilidad de que se peleen por la 204. Ellos llegan a su paradero, forman filas -tal vez extensas pero efectivas-, y logran su misión: subirse a un bus del Transantiago.
¡Qué distinto es un paradero del otro! Baquedano repleto, sucio, abarrotado, desprolijo y con unos empleados que no hacen bien su trabajo y lo que es peor, ni siquera le transmiten al pueblo la sensación de que están intentando mejorar.
Y el de Santa Rosa, completamete expedito, ordenado y educado para ser mejor, para cumplir con los usuarios del transporte capitalino y hacer valer las promesas que se hicieron al comienzo del Transantiago.


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